28 Feb Saber o no saber. Esa es la cuestión.
No hace mucho me tocó cubrir la ausencia de una limpiadora en un centro por su día de asuntos propios. En el centro además había una compañera.
Teníamos una limpieza de obra de la que se encargaba un supervisor. A la vez, una emergencia en otro centro con otro encargado.
El caso es que conseguimos a una suplente que no conocía el centro que teníamos que cubrir y pensamos que era buena idea llamar a la otra limpiadora titular para que se lo enseñara. Yo no había estado nunca allí.
«Vale, quedamos entonces a las 17 h en la puerta de la oficina», me dijo.
Yo estaba puntual en el centro de trabajo con la suplente, pero eran las 17:10 h y todavía no había aparecido la otra titular. Le llamé al móvil y resulta que me estaba esperando desde las 17 h en la puerta de nuestra oficina.
Estábamos jodidos. Una titular de día personal. La otra titular iba a llegar 45 minutos tarde porque estaba en nuestra oficina. Y yo allí, en la puerta de un centro que no conocía con una suplente que tampoco lo conocía. Y además tarde, porque ya eran las 17:15 h.
Hace cinco años, habría pasado esto:
Subimos a la oficina del cliente y en cuanto vea a alguien en recepción, le digo que la otra titular va a llegar tarde, le endoso a la suplente, y que le enseñe la oficina la de recepción.
Pero pasó esto otro:
Como siempre, llevaba el Ipad conmigo. Abrí el centro de trabajo. Consulté el horario y los servicios a realizar. Consulté las fotos del centro. Dónde estaba el cuarto de material. Miré el itinerario de servicio definido para esa trabajadora, y tuve claro qué decirle a la suplente, aunque yo jamás había estado en ese centro.
Al trabajar todos contra una única fuente de información actualizada, la situación se solventó de una forma radicalmente diferente.
Dimos una imagen infinitamente mejor ante el cliente. No le involucramos en nuestros quehaceres organizativos y se pudo comprobar que, con la información en la mano, insitu, cualquiera podría haber enseñado el centro.
La información no debe estar en la frágil memoria de las personas, sino en la empresa. Diferente, ¿no? Estas pequeñas diferencias lo cambian todo.
Preguntas para reflexionar:
¿Qué pasaría en tu empresa si el encargado principal se fuera mañana?
¿Qué pasaría si el que falta eres tú?
¿La información clave de tu empresa está en tu empresa o en la cabeza de los empleados?
Tenerlo todo controlado cuesta, pero, ¿cuánto te cuesta actualmente no tener todo controlado?
Invertir en un buen programa de gestión es crítico para cualquier negocio. Después de la pareja, es la decisión más importante que tiene que tomar un gerente.
Dale una vuelta.
Nosotros lo hicimos hace 5 años y desde entonces vivimos muuuuuuuucho más tranquilos.
Nuestro ERP se llama CLEAN DESK.
A ver si te sirve y te ayuda.
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